En el año 2000 la pobreza en los hogares había aumentado a un 60,3 % según la Oficina Central de Estadísticas e Informática de Venezuela, organismo antecesor del Actual Instituto Nacional de Estadísticas INE.
Durante más de 40 años de la denominada Demodesgracia Representativa la gran mayoría de los venezolanos que estaba obviamente en situación de pobreza, votó por los colores verde y blanco, para que los partidos del estatus Acción Democrática y Copei, en un bipartidismo corrupto e ineficaz se repartieran el poder, sin tener planes concretos para atacar sistemáticamente el problema de la pobreza en el país. Los pobres sólo eran importantes en las elecciones, cuando militantes de estos partidos acudían a los cerros a brindar una esporádica asistencia médica, repartir comida o simplemente hacer proselitismo político.
Ante los grandes logros de las misiones que benefician directamente al pueblo en general, en contraste con la negligencia de los gobiernos cuartorepubliquistas aliados de la Hight Society, una burguesía durante años insensible, intenta ponerse el disfraz de socialista y al mismo tiempo desvincularse de una revolución bolivariana y verdaderamente socialista, hablan incluso de “democracia social” y han creado una superestructura de penetración en los sectores más empobrecidos de la población, porque saben que el pueblo más humilde, olvidado por décadas, ahora ha sido atendido en todas sus necesidades más elementales por el gobierno nacional. Los dirigentes de los nuevos partidos burgueses especialmente en el caso del eterno Alcalde de Chacao, Leopoldo López, se han percatado perfectamente de que el liderazgo del presidente Chávez está sustentado en este mayoritario colectivo, por lo tanto, dentro de las estrategias que se han trazado, está la de hacer llegar su mensaje socialistoide y desvirtuar el verdadero mensaje socialista y patriótico de la Revolución Bolivariana en las barriadas y en la periferia de los centros urbanos, haciendo una pésima copia del modelo revolucionario. Es precisamente en este marco desestabilizador que aparecen las mal llamadas Redes Populares, que no son más que una continuación de viejas prácticas de un clientelismo político de la época de la tristemente célebre guanábana AD-COPEI de las cuales continuaremos hablando en la siguiente entrega de este tema.
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