Los primeros días del mes de diciembre fueron duros para el pueblo venezolano. Una serie de inundaciones impresionante, sin precedentes al menos durante los últimos 40 años, en lo que se refiere a la cantidad desmesurada precipitaciones, dejo miles de damnificados en diferentes regiones y localidades del país.
Mitad de mes, y las calles lucían aún sombrías, solas y con la marca de todo lo que había pasado. Eso quedó atrás. Es un hecho histórico: muchos de nuestros conciudadanos tienen una memoria poco reflexiva, ante el dolor de las masas. Y una vez más, los peores vaticinios de los economistas y analistas sesudos, opuestos a la revolución volvieron a fracasar.
La gran mayoría no esperó ni que escampara, para abarrotar los centros comerciales en busca del mejor trapo. La comida chatarra hace su agosto, y ni hablar de las jugueterías, las licorerías, supermercados y tiendas en general. La tendencia al despilfarro se impuso entre quienes tenían más dinero y las compritas tradicionales entre los más pobres, pero la alegría navideña no se detuvo.
En todo caso, “cada quien hace de su camisa un saco y se mete en ella”, lo que sorprende siempre, es la capacidad que tienen esos mismos, fieles practicantes del más salvaje de los consumismos, para decir que vamos camino al comunismo, que el nivel de consumo del venezolano cae cada vez más, ¡¡que ya no se puede ni comer!! .
Ayer mientras caminaba por uno de esos malls, pensaba ¿Cuántos no habrán pagado en esas tiendas exclusivas con sus tarjetas del bono navideño que dio el Gobierno para los damnificados por las lluvias? Espero realmente y de corazón que ninguno.
La realidad es radicalmente diferente a la que pintan los profetas del desastre. Un poder adquisitivo alto en la población, de hecho la CEPAL acaba de emitir un informe en que Venezuela es el país de América Latina que más ha logrado reducir sus niveles de pobreza.
Es obvio, cada quien hace con sus ingresos lo que mejor considere. Si es el dinero que produjo en un año, más todavía, pero creemos que hay valores que definitivamente deberíamos tener presentes. ¿Será posible que antes de gastar por gastar, pensemos en tantas personas que lo perdieron todo? Y que muchos afortunadamente tenemos cerca de nosotros a nuestros seres queridos y nuestras pertenencias.
El valor del ahorro también es imprescindible, vienen nuevamente momentos duros, pues la nación debe reponerse de los estragos de estas lluvias y las pérdidas en materia de vivienda, infraestructura y el millonario gasto social que genera la manutención de miles de damnificados, sobre todo para un gobierno que ha hecho esfuerzos extraordinarios para ayudar directamente a los más afectados.
El llamado es a la conciencia, para la justa valoración de lo que tenemos o necesitamos y practicar la verdadera solidaridad. Paréntesis Crítico pone estas reflexiones en la mesa para pensarlas y aplicarlas, a propósito de esta navidad, festividad cuyo origen es el amor al prójimo y la humildad, precisamente en torno al simbolismo bíblico según el cual Jesús o el Niño Jesús, como le llama con ternura el pueblo, ese hombre que partió en dos la historia del mundo, al nacer tuvo como cuna un cajón de madera usado para que comieran las bestias(un pesebre) y un colchón de hojas de paja.
Si uno de los hombres más grandes de la humanidad vino al mundo en un luminoso entorno de pobreza, lo que en esencia vale rescatar de las pascuas decembrinas es la paz, la alegría y la confraternidad entre todas las personas que se vive año tras año por estas fechas.
La navidad, es una energía que impregna con un brillo especial todo cuanto nos rodea, así debemos verla y compartirla en gran medida, los que tanto en el mundo como Venezuela, creemos en ella y podemos ser tocados por su halo de espiritualidad, independientemente del consumismo que trata de robarle su identidad.
Pensemos que de nada valen todas las riquezas de la tierra, si no estamos en armonía con nosotros mismos y con el universo:
¡FELIZ NAVIDAD VENEZUELA!
La gran mayoría no esperó ni que escampara, para abarrotar los centros comerciales en busca del mejor trapo. La comida chatarra hace su agosto, y ni hablar de las jugueterías, las licorerías, supermercados y tiendas en general. La tendencia al despilfarro se impuso entre quienes tenían más dinero y las compritas tradicionales entre los más pobres, pero la alegría navideña no se detuvo.
En todo caso, “cada quien hace de su camisa un saco y se mete en ella”, lo que sorprende siempre, es la capacidad que tienen esos mismos, fieles practicantes del más salvaje de los consumismos, para decir que vamos camino al comunismo, que el nivel de consumo del venezolano cae cada vez más, ¡¡que ya no se puede ni comer!! .
Ayer mientras caminaba por uno de esos malls, pensaba ¿Cuántos no habrán pagado en esas tiendas exclusivas con sus tarjetas del bono navideño que dio el Gobierno para los damnificados por las lluvias? Espero realmente y de corazón que ninguno.
La realidad es radicalmente diferente a la que pintan los profetas del desastre. Un poder adquisitivo alto en la población, de hecho la CEPAL acaba de emitir un informe en que Venezuela es el país de América Latina que más ha logrado reducir sus niveles de pobreza.
Es obvio, cada quien hace con sus ingresos lo que mejor considere. Si es el dinero que produjo en un año, más todavía, pero creemos que hay valores que definitivamente deberíamos tener presentes. ¿Será posible que antes de gastar por gastar, pensemos en tantas personas que lo perdieron todo? Y que muchos afortunadamente tenemos cerca de nosotros a nuestros seres queridos y nuestras pertenencias.
El valor del ahorro también es imprescindible, vienen nuevamente momentos duros, pues la nación debe reponerse de los estragos de estas lluvias y las pérdidas en materia de vivienda, infraestructura y el millonario gasto social que genera la manutención de miles de damnificados, sobre todo para un gobierno que ha hecho esfuerzos extraordinarios para ayudar directamente a los más afectados.
El llamado es a la conciencia, para la justa valoración de lo que tenemos o necesitamos y practicar la verdadera solidaridad. Paréntesis Crítico pone estas reflexiones en la mesa para pensarlas y aplicarlas, a propósito de esta navidad, festividad cuyo origen es el amor al prójimo y la humildad, precisamente en torno al simbolismo bíblico según el cual Jesús o el Niño Jesús, como le llama con ternura el pueblo, ese hombre que partió en dos la historia del mundo, al nacer tuvo como cuna un cajón de madera usado para que comieran las bestias(un pesebre) y un colchón de hojas de paja.
Si uno de los hombres más grandes de la humanidad vino al mundo en un luminoso entorno de pobreza, lo que en esencia vale rescatar de las pascuas decembrinas es la paz, la alegría y la confraternidad entre todas las personas que se vive año tras año por estas fechas.
La navidad, es una energía que impregna con un brillo especial todo cuanto nos rodea, así debemos verla y compartirla en gran medida, los que tanto en el mundo como Venezuela, creemos en ella y podemos ser tocados por su halo de espiritualidad, independientemente del consumismo que trata de robarle su identidad.
Pensemos que de nada valen todas las riquezas de la tierra, si no estamos en armonía con nosotros mismos y con el universo:
¡FELIZ NAVIDAD VENEZUELA!
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