Carlos Andrés Pérez, quien pasará a la historia como el primer venezolano elegido dos veces presidente del país y también como el hombre que despilfarró la bonanza petrolera de la década de los años 70 del siglo pasado, que hubiera acelerado el ingreso de Venezuela en el club de las naciones desarrolladas del planeta, falleció este sábado 25 de diciembre de 2010 a los 88 años de edad, víctima de un infarto.
Pérez, quien murió en el Mercy Hospital de Miami, también pasará a la historia como el mayor mandatario corrupto que haya tenido nuestro país (de hecho, fue destituido del cargo, en un acto sin precedentes, y fue sentenciado a 2 años y 4 meses de prisión tras comprobarse su culpabilidad en el desvío de más de 250 millones de bolívares de la partida secreta del Ministerio de Relaciones Interiores).
Se le conoció también como “el policía”, pues como titular de Relaciones Interiores en el gobierno del llamado “padre de la democracia representativa” y “puntofijista”, Rómulo Betancourt, fue quien ejecutó una política de represión contra la izquierda venezolana en los años sesenta.
La implacable actuación de Pérez se tradujo en la persecución, secuestro y asesinato de líderes y dirigentes de la izquierda del país, así como de los estudiantes disidentes del betancourismo. La Dirección General de Inteligencia (Digepol), creada en 1958 y considerada por muchos la nueva Seguridad Nacional por la semejanza de sus métodos con el cuerpo policial del dictador Marcos Pérez Jiménez.
CAP, o “El Gocho”, como también se le llamó, en sus años de dirigente activo de Acción Democrática fue un político con gran carisma y arrastre popular, pero ese fervor y confianza que el pueblo depositó en él, al llevarlo dos veces a la primera magistratura, fue traicionado al dilapidar los recursos de la nación, en su primer gobierno, y al reprimir salvajemente al pueblo en “El Caracazo” del 27 y 28 de Febrero de 1989, en su segunda, inconclusa y desastrosa administración, pues quiso imponer un paquete neoliberal de medidas económicas que golpearon el poder adquisitivo de la población.
Carlos Andrés Pérez, en su primer gobierno (1974-1979) fue considerado el presidente de la “Venezuela Saudita”, por los multimillonarios ingresos fiscales que tuvo la economía nacional por la producción y venta de hidrocarburos. En esta gestión establece la nacionalización del petróleo y del hierro en los años 1976 y 1977. Sin embargo, la “danza de los petrodólares”, increíblemente, sólo sirvió para propiciar la corrupción y el endeudamiento del país.
En su segunda gestión gobernó de espaldas al país y hasta de su propio partido, AD, quien lo expulsó y dejó sólo a su suerte. Entre los aciagos años de 1989 a 1993, Venezuela vivía todos los días de marcha en marcha, de protesta en protesta. Todos los gremios, profesionales, estudiantes o cualquier otro sector de la vida nacional, tenía alguna razón para protestar y la principal razón era el hambre, la falta de ingreso mensual para la manutención de la familia.
La figura de Pérez se fue debilitando cada día más y era sinónimo de corrupción e indecencia política, mientras trataba de aferrarse al poder por la vía de la represión al pueblo. Todo esto conllevó a los alzamientos militares del 4 de Febrero y del 27 de noviembre de 1992, a los cuales resultó forzosamente airoso, pero resquebrajaron su débil piso político.
Quien sí supo interpretar en ese momento el por qué de la insurrección castrense, liderada por el entonces Teniente Coronel del Ejército, Hugo Chávez Frías, para catapultarse políticamente, fue el también dos veces presidente Rafael Caldera (fallecido, casualmente hace exactamente un año, el 24-12-2009), al enfatizar, en un memorable discurso ante el extinto Congreso de la República, que había que “afrontar de inmediato las rectificaciones profundas que el país está reclamando. Es difícil pedirle al pueblo que se inmole por la libertad y por la democracia, cuando piensa que la libertad y la democracia no son capaces de darle de comer y de impedir el alza exorbitante en los costos de la subsistencia, cuando no ha sido capaz de poner un coto definitivo al morbo terrible de la corrupción, que a los ojos de todo el mundo está consumiendo todos los días la institucionalidad”.
Carlos Andrés Pérez no supo leer este mensaje y entregó el país a los intereses extranjeros y quienes le rodearon saquearon las riquezas de la nación para aumentar ilegalmente su patrimonio personal. Es algo que la historia y el país le reclamarán por siempre.
CAP, quien nació en Rubio, estado Táchira el 27 de octubre de 1922, se fue del mundo de los mortales. Cometió muchos errores y sus prácticas fraudulentas y corruptas deben ser desterradas para siempre de nuestra amada patria.
Al comentar el deceso del ex mandatario, el Presidente de la República, Hugo Chávez, pidió a todo el país, principalmente a sus seguidores revolucionarios, respeto por el hombre y por el ser humano, en una actitud de nobleza y gallardía; y enfatizó que los restos de Pérez pueden ser sepultados en Venezuela, tal como fue su último deseo.
“Nosotros con el mayor respeto nos quitamos el sobrero y decimos que en paz descanse, …….pero que con él que descanse en paz y se vaya para siempre, la forma que él encarnó de hacer política, la forma de gobernar….que descanse en paz, pues Carlos Andrés Pérez….”, al tiempo que recalcó que “vamos hacia el futuro, haciendo la patria nueva, la patria buena, la patria socialista” de la mano del pueblo soberano, en democracia, paz y revolución.
Se le conoció también como “el policía”, pues como titular de Relaciones Interiores en el gobierno del llamado “padre de la democracia representativa” y “puntofijista”, Rómulo Betancourt, fue quien ejecutó una política de represión contra la izquierda venezolana en los años sesenta.
La implacable actuación de Pérez se tradujo en la persecución, secuestro y asesinato de líderes y dirigentes de la izquierda del país, así como de los estudiantes disidentes del betancourismo. La Dirección General de Inteligencia (Digepol), creada en 1958 y considerada por muchos la nueva Seguridad Nacional por la semejanza de sus métodos con el cuerpo policial del dictador Marcos Pérez Jiménez.
CAP, o “El Gocho”, como también se le llamó, en sus años de dirigente activo de Acción Democrática fue un político con gran carisma y arrastre popular, pero ese fervor y confianza que el pueblo depositó en él, al llevarlo dos veces a la primera magistratura, fue traicionado al dilapidar los recursos de la nación, en su primer gobierno, y al reprimir salvajemente al pueblo en “El Caracazo” del 27 y 28 de Febrero de 1989, en su segunda, inconclusa y desastrosa administración, pues quiso imponer un paquete neoliberal de medidas económicas que golpearon el poder adquisitivo de la población.
Carlos Andrés Pérez, en su primer gobierno (1974-1979) fue considerado el presidente de la “Venezuela Saudita”, por los multimillonarios ingresos fiscales que tuvo la economía nacional por la producción y venta de hidrocarburos. En esta gestión establece la nacionalización del petróleo y del hierro en los años 1976 y 1977. Sin embargo, la “danza de los petrodólares”, increíblemente, sólo sirvió para propiciar la corrupción y el endeudamiento del país.
En su segunda gestión gobernó de espaldas al país y hasta de su propio partido, AD, quien lo expulsó y dejó sólo a su suerte. Entre los aciagos años de 1989 a 1993, Venezuela vivía todos los días de marcha en marcha, de protesta en protesta. Todos los gremios, profesionales, estudiantes o cualquier otro sector de la vida nacional, tenía alguna razón para protestar y la principal razón era el hambre, la falta de ingreso mensual para la manutención de la familia.
La figura de Pérez se fue debilitando cada día más y era sinónimo de corrupción e indecencia política, mientras trataba de aferrarse al poder por la vía de la represión al pueblo. Todo esto conllevó a los alzamientos militares del 4 de Febrero y del 27 de noviembre de 1992, a los cuales resultó forzosamente airoso, pero resquebrajaron su débil piso político.
Quien sí supo interpretar en ese momento el por qué de la insurrección castrense, liderada por el entonces Teniente Coronel del Ejército, Hugo Chávez Frías, para catapultarse políticamente, fue el también dos veces presidente Rafael Caldera (fallecido, casualmente hace exactamente un año, el 24-12-2009), al enfatizar, en un memorable discurso ante el extinto Congreso de la República, que había que “afrontar de inmediato las rectificaciones profundas que el país está reclamando. Es difícil pedirle al pueblo que se inmole por la libertad y por la democracia, cuando piensa que la libertad y la democracia no son capaces de darle de comer y de impedir el alza exorbitante en los costos de la subsistencia, cuando no ha sido capaz de poner un coto definitivo al morbo terrible de la corrupción, que a los ojos de todo el mundo está consumiendo todos los días la institucionalidad”.
Carlos Andrés Pérez no supo leer este mensaje y entregó el país a los intereses extranjeros y quienes le rodearon saquearon las riquezas de la nación para aumentar ilegalmente su patrimonio personal. Es algo que la historia y el país le reclamarán por siempre.
CAP, quien nació en Rubio, estado Táchira el 27 de octubre de 1922, se fue del mundo de los mortales. Cometió muchos errores y sus prácticas fraudulentas y corruptas deben ser desterradas para siempre de nuestra amada patria.
Al comentar el deceso del ex mandatario, el Presidente de la República, Hugo Chávez, pidió a todo el país, principalmente a sus seguidores revolucionarios, respeto por el hombre y por el ser humano, en una actitud de nobleza y gallardía; y enfatizó que los restos de Pérez pueden ser sepultados en Venezuela, tal como fue su último deseo.
“Nosotros con el mayor respeto nos quitamos el sobrero y decimos que en paz descanse, …….pero que con él que descanse en paz y se vaya para siempre, la forma que él encarnó de hacer política, la forma de gobernar….que descanse en paz, pues Carlos Andrés Pérez….”, al tiempo que recalcó que “vamos hacia el futuro, haciendo la patria nueva, la patria buena, la patria socialista” de la mano del pueblo soberano, en democracia, paz y revolución.
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