sábado, 5 de febrero de 2011

EL FANTASMA DEL COMUNISMO

En 1993 en una conferencia magistral en la UCV, el profesor José Rafael Nuñez Tenorio, uno de los mayores conocedores del tema del Marxismo y del socialismo en nuestro país, dijo categóricamente que no había habido “socialismo del pueblo”, sino “socialismo de estado” en una alusión al burocratismo soviético y a sus repercusiones. Igualmente afirmó que no había existido comunismo, porque el comunismo era una fase avanzada del socialismo y el socialismo precisamente debería entenderse como una frase de transición hacia éste.

En razón de las sabias consideraciones anteriores es muy difícil sobre todo en los tiempos que corren hablar de socialismos puros y mucho menos de comunismos puros o del fortalecimiento de la utopía comunista en el mundo, nada está más alejado de la realidad, especialmente en nuestro país.

El capitalismo está tan arraigado en Venezuela que no sólo define la economía nacional en términos estructurales, sino que se ha convertido a lo largo de nuestra historia contemporánea en una filosofía de vida. Los venezolanos especialmente en los siglo XX y XXI, piensan y actúan en función de los patrones consumistas impuestos por una superestructura de alienación especialmente sustentada en los mass media. Un bombardeo ideológico que lejos debilitarse se fortalece cada día, cuando no sólo el lenguaje publicitario explota las necesidades básicas del ser humano, sino que crea otras artificiales para promover el uso de nuevos productos, que obviamente no son imprescindibles para vivir.

Por otra parte, la economía venezolana es y será mixta, por lo tanto, lo que se debe hacer es tratar de conciliar la existencia de las empresas privadas con las empresas del estado, estableciendo los convenientes mecanismos de control sobre las actividades de éstas, tal como lo han hecho otras naciones socialistas como China y Cuba.

La consolidación de un estado socialista no pasa por la eliminación absoluta de la propiedad. En el caso de China después de que le fueron devueltos los territorios de Hong Kong y Macao antiguas colonias del Reino Unido y Portugal respectivamente, surgió el modelo de administración gubernamental denominado un “país dos sistemas”, que se le atribuye a Deng Xiaoping.

El sector privado continua su vertiginoso crecimiento en China, de hecho se ha convertido en el mayor creador de empleo en el país, entre el 2001 y el 2006 generó más de 5 millones de puestos de trabajo.

El concepto de empresas privadas incluye a todas las que no son del estado y están en manos de particulares, las cuales aportan cerca del 60% del PIB Nacional y anualmente abren 75% de las nuevas plazas de trabajo de China.

La Administración de Industria y Comercio de China informó que el número de empresas registradas en el ente oficial, llega a 7.878.000, de las cuales, las empresas privadas tienen 3.984.000, que corresponden a un 50,57%.

La República Popular de China se convirtió en la segunda economía del mundo en el II trimestre del 2010, desplazando a Japón que ostentaba esta posición desde 1968. En el periodo de abril a junio del año pasado, el PIB de China alcanzó 1337 billones de dólares, mientras que el de Japón fue de 1288 billones de dólares. Si esta tendencia se repite con regularidad, es muy probable que en dos décadas China sea la primera potencia económica del globo. ¿Y a todas estás, que es de la vida del comunismo ortodoxo?, evidentemente se ha quedado atrás con la dinámica de la economía de mercado y los chinos que se caracterizan por ser uno de los pueblos más inteligentes del planeta, lo han comprendido perfectamente, sin perder prerrogativas sociales básicas para sus más de 1000 millones de habitantes, como salud, educación, vivienda y alimentación, las cuales obviamente son una herencia del socialismo.

En Cuba el gobierno anunció la creación de un nuevo código tributario que favorece a las microempresas. El presidente del país Raúl Castro afirmó que se busca aumentar al triple, el número de empresas privadas, para tal efecto se han liberado de restricciones normativas, 178 actividades laborales, que permitirán absorber progresivamente 500 mil funcionarios del sector público, cuyos cargos van a ser eliminados como parte de una política destinada a reducir la burocracia del estado y el gasto público.

Los cambios para estimular la creación de empresas privadas en Cuba no sólo son de fondo sino también de forma, el entorno urbano alrededor de las tiendas, sus fachadas y sus vidrieras están siendo modernizadas, incluso con la utilización de recursos tecnológicos como pantallas LCD, lo cual no significa consumismo, es simple marketing, porque la gente compra también con los ojos.

En Venezuela el presidente Chávez ha hecho reiterativos llamados al diálogo a los empresarios y muchas empresas privadas tanto nacionales como extranjeras, con saludable apego a las leyes han sido y siguen siendo socias o proveedoras seguras del estado en los 12 años de Revolución Bolivariana, e incluso con proyectos de largo alcance en el futuro, claro está, muchas las que incurrieron en gravísimas irregularidades como evasión fiscal, especulación y contrabando han sido expropiadas o sancionadas.

El gobierno del presidente Chávez no es enemigo de la empresa privada, es un justo sancionador de la actividad privada sin control del estado, arbitraria, monopolista, especuladora e ilegal. Y olvídense del fantasma del comunismo, porque ni en la mente de los líderes de los grandes regímenes socialistas está, en primer lugar porque ellos de pendejos no tienen ni un pelo, saben que están obligados a adaptarse al máximo a la realidad económica actual, reafirmando desde luego los logros y valores esenciales de su sistema político. Así mismo, están conscientes de que no pueden perder terreno en el ámbito económico, porque significaría quedarse rezagados ante la maquinaria de las potencias capitalistas, precisamente cuando estamos en la búsqueda de un mundo multipolar, en el que incluso naciones en desarrollo tengan un protagonismo.

Ya es hora de decir adiós al viejo fantasma del comunismo, resucitado por la extrema derecha para aterrorizar a las masas, sobre todo, cuando soplan vientos de socialismo constructivo, progresista y dinamizador del poder del pueblo en Latinoamérica.

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