compañera
hay tantas cosas para
conversar,
no preguntes cuántas
veces por
segundo mueve las alas
el colibrí
pregunta por ejemplo
¿Qué estamos haciendo por Haití? ”
hay tantas cosas para
conversar,
no preguntes cuántas
veces por
segundo mueve las alas
el colibrí
pregunta por ejemplo
¿Qué estamos haciendo por Haití? ”
Alí Primera
La deplorable situación en la que se encuentra Haití hoy, no es precisamente un azar de la historia, sino el resultado de siglos de colonialismo, opresión, imperialismo, saqueo y el castigo implacable de la naturaleza.
La llegada de conquistadores españoles y franceses que masacraron más de 300 mil de indios Taínos pobladores originarios de la isla “La Española”, de la cual forman parte la República Dominicana y Haití, pasando por la opresión de miles de africanos traídos como esclavos para la explotación de su territorio.
El cultivo de caña de azúcar a gran escala con mano de obra esclavizada por los franceses que invadieron y dominaron parte de su territorio. La colonia se convirtió en una de las más prosperas bajo dominio de los galos en los siglos XVIII y XIX.
La opresión de los blancos franceses y de origen francés, que se vio interrumpida por una rebelión masiva de esclavos liderada por François Dominique Toussaint Louverture en 1794. A pesar de que Louverture, el denominado “iniciador” o precursor de la independencia de Haití, terminaría sus días encarcelado y victima de la neumonia en Francia, dejó un legado imperecedero para su patria. Jean-Jacques Dessalines, hermano de armas y de lucha consolidó militarmente el éxito de la primera revolución negra y antiesclavista del mundo, con el triunfo definitivo sobre el ejército francés y la proclamación de la independencia el 1 de enero de 1804.
Después de derrotar a ejércitos de los principales estados colonialista del orbe, Francia, España e Inglaterra, Haití era la segunda nación libre y soberana de América, después de los Estados Unidos, que habían declarado su independencia el 4 de julio de 1776.
Sin embargo, la naciente república era un mal ejemplo en tiempos en que la economía mundial estaba sustentada en la esclavitud. Tomas Jefferson el tercer presidente de los Estados Unidos, quien ejerció dos mandatos de 1801 a 1809, no recoció nunca la independencia de Haití y se alineó con los esclavistas estadounidenses y europeos, tanto por motivos de orden sociopolítico como por convencionalismos sociales.
En 1826 presionada por 25 buques de guerra franceses ubicados en la bahía de Puerto Príncipe, Haití comienza a pagar a Francia 150 millones de francos en oro como indemnización por haber sido esclavizada y explotada durante más de dos siglos por la antigua potencia imperialista. La economía haitiana nunca se recuperaría de este gigantesca extorsión legalizada que absorbía la mayor parte de sus ingresos fiscales(60 % del PIB) y continuaría hasta nuestros días, sujeta a los vaivenes de los préstamos internacionales y a la ayuda humanitaria.
En 1915 los Estados Unidos invaden el país, después de las turbulencias causadas por patriotas traicionados, gobiernos inconclusos y corruptos, presidentes asesinados y revueltas sanguinarías. Las tropas americanas abandonan el territorio haitiano en 1935, dejando como siempre una huella de desolación y sumisión.
Desde 1957 a 1986 USA apoya incondicionalmente la sangrienta dictadura de los Duvalier(padre e hijo), quienes amparados en un aparato represivo sin precedentes, se encargaron de robar, reprimir y masacrar al pueblo, acabando con lo poco que quedaba del país en el siglo XX.
Los gringos aún hoy siguen marcando presencia e influencia con ejércitos y sucesivos gobiernos en la vida de los haitianos, sin que ello signifique para nada, progreso y bienestar integrales para una nación que se perdió en el camino de la libertad, debido a la nefasta influencia del colonialismo y el neocolonialismo. De hecho, según la opinión de entendidos en el tema, se puede afirmar sin lugar a dudas, que Francia y EEUU, han sido la mayor maldición que ha recaído sobre Haití.
La historia post independentista de Haití está signada como la de muchos países jóvenes y subdesarrollados, por la inestabilidad política, ningún gobierno es duradero y eficaz y no hay continuidad en el establecimiento de un proyecto de nación. El 80 % de la población se encuentra en estado de pobreza crítica.
Debido a su situación geográfica en una zona del Caribe de gran desequilibrio climatológico, las tormentas tropicales y los huracanes se han ensañado con su territorio, dejando a su paso una devastación que no se puede contrarrestar cuando no existe una estructura con bases culturales, económicas y materiales para enfrentar con planificación y organización contingencias de tal magnitud, como constantemente logran hacerlo, incluso otros países no desarrollados.
El aprovechamiento excesivo de sus tierras cultivables en la época colonial y su progresiva deforestación para el uso de la madera como fuente de energía, han aniquilado los suelos, de tal manera, que son muy difíciles las posibilidades de establecer una agricultura sustentable para satisfacer las necesidades de la población e impulsar la economía.
De acuerdo con cifras del Instituto Haitiano de Estadística IHE 49 % de la población del país es analfabeta. La esperanza de vida de los ciudadanos se estima en 60 años, apenas 4 de cada 10 haitianos tiene acceso al agua potable y las personas sobreviven con aproximadamente 2 $ US al día. Es considerado globalmente, uno de los países con mayor incidencia de casos de sida, las estimaciones son de 2,2 % del total de sus habitantes contagiados con el virus de HIV y la dependencia de alimentos importados se calcula en 46%.
El 12 de enero de 2010, Haití, el país más pobre ¿o empobrecido? De nuestro continente debió soportar un devastador terremoto que acabo con la infraestructura de Puerto Príncipe, su capital y con la vida de millares de nacionales. Sin embargo, esta catastrofe es un componente adicional a una crisis interminable, pues desde hace siglos, la nación caribeña ha pagado con creces el precio de ser libre.
El terremoto solo nos llamó a gritos para que dejáramos la indolencia y volviéramos la mirada, pero aparte de enviar enlatados y frazadas, nada pasó.
Ciertamente Haití, es una estrella luminosa en el firmamento de la libertad, después de extraordinarias rebeliones de gente negra, inspiradoras para nuestros pueblos. Los venezolanos tenemos un eterno agradecimiento hacia los haitianos, por la invalorable ayuda de Alexandre Pétion a Francisco de Miranda en la expedición libertadora con la que traería la primera bandera de Venezuela a la Vela de Coro en 1806 y a Simón Bolívar en 1815, a quien protegió como a un hijo dándole abrigo, protección ante las autoridades españolas, provisiones, armas, barcos y asesoría militar.
Sin embargo, los imperios se ensañaron y han empobrecido adrede a Haití y la venganza ha logrado su objetivo. Indudablemente, la situación actual en que una epidemia de cólera, que según las estimaciones actuales, ha matado a 1800 personas y mantiene contagiadas a más de 15000, es una estocada final, para un pueblo que pareciera no poder resistir un golpe más.
Así mismo, para sumar más incertidumbre al caos general la desorganización y falta de recursos materiales, así como, de adecuados mecanismos de supervisión y de control, ponen una sombra de fraude sobre las elecciones previstas para el 28 de noviembre de este año y le retan legitimidad, ya los ciudadanos han perdido la esperanza.
Luego del terremoto, muchos países, principalmente Cuba y Venezuela demostraron su solidaridad con cargamentos de medicinas, alimentos, pero no es alentador lo que se ha leído en las crónicas con una posición más crítica, en las cuales se relata que esta gran colaboración se ha perdido en la burocracia de quienes en el país caribeño se encargan de distribuirla y asignarla. La ayuda no llega de manera equitativa a quienes realmente la necesitan.
Después de la ocupación de las tropas estadounidenses, siempre tan inoportunas, con armas y actitud de guerra ante mujeres, hombres y niños con hambre, además de desarmados, el hambre y el olor a muerte, a diez meses del terremoto persisten y ahora el cólera hace de las suyas exterminando a miles. Lo peor es que las tropas de la Organización de las Naciones Unidas, también presentes, se han encargado de ponerle la guinda a la torta, pues están acusadas de haber traído la epidemia de cólera. A punta de plomo y epidemia, podrían ser los principales culpables de esta nueva tragedia sanitaria.
Entretanto, la injerencia continúa avanzando; debido a la situación caótica que perdura, muchos se han planteado retrasar las elecciones presidenciales y legislativas del 28 N, sin embargo, el embajador de Estados Unidos en Haití, Kenneth Merten se atrevió a pronunciarse para que el proceso comicial se lleve a cabo en la fecha pautada. Este es un claro acto de imperialismo, seguramente con objetivos muy oscuros.
En el momento actual los pueblos deben activarse y pensar en alternativas que vayan más allá de la ayuda humanitaria. Devolver el gesto que Pétion tuvo cuando entregó a Francisco de Miranda y a Bolívar, la “Espada Libertadora de Haití”, para contribuir con esa segunda independencia que libramos incansablemente los pueblos latinoamericanos.
Las palabras del discurso de Alí Primera con las que comenzamos a tocar la sensibilidad sobre el drama haitiano, incluidas en la canción cuyo nombre, a su vez, sirve de título a nuestro texto, son más que elocuentes para finalizar esta humana reflexión:
El cultivo de caña de azúcar a gran escala con mano de obra esclavizada por los franceses que invadieron y dominaron parte de su territorio. La colonia se convirtió en una de las más prosperas bajo dominio de los galos en los siglos XVIII y XIX.
La opresión de los blancos franceses y de origen francés, que se vio interrumpida por una rebelión masiva de esclavos liderada por François Dominique Toussaint Louverture en 1794. A pesar de que Louverture, el denominado “iniciador” o precursor de la independencia de Haití, terminaría sus días encarcelado y victima de la neumonia en Francia, dejó un legado imperecedero para su patria. Jean-Jacques Dessalines, hermano de armas y de lucha consolidó militarmente el éxito de la primera revolución negra y antiesclavista del mundo, con el triunfo definitivo sobre el ejército francés y la proclamación de la independencia el 1 de enero de 1804.
Después de derrotar a ejércitos de los principales estados colonialista del orbe, Francia, España e Inglaterra, Haití era la segunda nación libre y soberana de América, después de los Estados Unidos, que habían declarado su independencia el 4 de julio de 1776.
Sin embargo, la naciente república era un mal ejemplo en tiempos en que la economía mundial estaba sustentada en la esclavitud. Tomas Jefferson el tercer presidente de los Estados Unidos, quien ejerció dos mandatos de 1801 a 1809, no recoció nunca la independencia de Haití y se alineó con los esclavistas estadounidenses y europeos, tanto por motivos de orden sociopolítico como por convencionalismos sociales.
En 1826 presionada por 25 buques de guerra franceses ubicados en la bahía de Puerto Príncipe, Haití comienza a pagar a Francia 150 millones de francos en oro como indemnización por haber sido esclavizada y explotada durante más de dos siglos por la antigua potencia imperialista. La economía haitiana nunca se recuperaría de este gigantesca extorsión legalizada que absorbía la mayor parte de sus ingresos fiscales(60 % del PIB) y continuaría hasta nuestros días, sujeta a los vaivenes de los préstamos internacionales y a la ayuda humanitaria.
En 1915 los Estados Unidos invaden el país, después de las turbulencias causadas por patriotas traicionados, gobiernos inconclusos y corruptos, presidentes asesinados y revueltas sanguinarías. Las tropas americanas abandonan el territorio haitiano en 1935, dejando como siempre una huella de desolación y sumisión.
Desde 1957 a 1986 USA apoya incondicionalmente la sangrienta dictadura de los Duvalier(padre e hijo), quienes amparados en un aparato represivo sin precedentes, se encargaron de robar, reprimir y masacrar al pueblo, acabando con lo poco que quedaba del país en el siglo XX.
Los gringos aún hoy siguen marcando presencia e influencia con ejércitos y sucesivos gobiernos en la vida de los haitianos, sin que ello signifique para nada, progreso y bienestar integrales para una nación que se perdió en el camino de la libertad, debido a la nefasta influencia del colonialismo y el neocolonialismo. De hecho, según la opinión de entendidos en el tema, se puede afirmar sin lugar a dudas, que Francia y EEUU, han sido la mayor maldición que ha recaído sobre Haití.
La historia post independentista de Haití está signada como la de muchos países jóvenes y subdesarrollados, por la inestabilidad política, ningún gobierno es duradero y eficaz y no hay continuidad en el establecimiento de un proyecto de nación. El 80 % de la población se encuentra en estado de pobreza crítica.
Debido a su situación geográfica en una zona del Caribe de gran desequilibrio climatológico, las tormentas tropicales y los huracanes se han ensañado con su territorio, dejando a su paso una devastación que no se puede contrarrestar cuando no existe una estructura con bases culturales, económicas y materiales para enfrentar con planificación y organización contingencias de tal magnitud, como constantemente logran hacerlo, incluso otros países no desarrollados.
El aprovechamiento excesivo de sus tierras cultivables en la época colonial y su progresiva deforestación para el uso de la madera como fuente de energía, han aniquilado los suelos, de tal manera, que son muy difíciles las posibilidades de establecer una agricultura sustentable para satisfacer las necesidades de la población e impulsar la economía.
De acuerdo con cifras del Instituto Haitiano de Estadística IHE 49 % de la población del país es analfabeta. La esperanza de vida de los ciudadanos se estima en 60 años, apenas 4 de cada 10 haitianos tiene acceso al agua potable y las personas sobreviven con aproximadamente 2 $ US al día. Es considerado globalmente, uno de los países con mayor incidencia de casos de sida, las estimaciones son de 2,2 % del total de sus habitantes contagiados con el virus de HIV y la dependencia de alimentos importados se calcula en 46%.
El 12 de enero de 2010, Haití, el país más pobre ¿o empobrecido? De nuestro continente debió soportar un devastador terremoto que acabo con la infraestructura de Puerto Príncipe, su capital y con la vida de millares de nacionales. Sin embargo, esta catastrofe es un componente adicional a una crisis interminable, pues desde hace siglos, la nación caribeña ha pagado con creces el precio de ser libre.
El terremoto solo nos llamó a gritos para que dejáramos la indolencia y volviéramos la mirada, pero aparte de enviar enlatados y frazadas, nada pasó.
Ciertamente Haití, es una estrella luminosa en el firmamento de la libertad, después de extraordinarias rebeliones de gente negra, inspiradoras para nuestros pueblos. Los venezolanos tenemos un eterno agradecimiento hacia los haitianos, por la invalorable ayuda de Alexandre Pétion a Francisco de Miranda en la expedición libertadora con la que traería la primera bandera de Venezuela a la Vela de Coro en 1806 y a Simón Bolívar en 1815, a quien protegió como a un hijo dándole abrigo, protección ante las autoridades españolas, provisiones, armas, barcos y asesoría militar.
Sin embargo, los imperios se ensañaron y han empobrecido adrede a Haití y la venganza ha logrado su objetivo. Indudablemente, la situación actual en que una epidemia de cólera, que según las estimaciones actuales, ha matado a 1800 personas y mantiene contagiadas a más de 15000, es una estocada final, para un pueblo que pareciera no poder resistir un golpe más.
Así mismo, para sumar más incertidumbre al caos general la desorganización y falta de recursos materiales, así como, de adecuados mecanismos de supervisión y de control, ponen una sombra de fraude sobre las elecciones previstas para el 28 de noviembre de este año y le retan legitimidad, ya los ciudadanos han perdido la esperanza.
Luego del terremoto, muchos países, principalmente Cuba y Venezuela demostraron su solidaridad con cargamentos de medicinas, alimentos, pero no es alentador lo que se ha leído en las crónicas con una posición más crítica, en las cuales se relata que esta gran colaboración se ha perdido en la burocracia de quienes en el país caribeño se encargan de distribuirla y asignarla. La ayuda no llega de manera equitativa a quienes realmente la necesitan.
Después de la ocupación de las tropas estadounidenses, siempre tan inoportunas, con armas y actitud de guerra ante mujeres, hombres y niños con hambre, además de desarmados, el hambre y el olor a muerte, a diez meses del terremoto persisten y ahora el cólera hace de las suyas exterminando a miles. Lo peor es que las tropas de la Organización de las Naciones Unidas, también presentes, se han encargado de ponerle la guinda a la torta, pues están acusadas de haber traído la epidemia de cólera. A punta de plomo y epidemia, podrían ser los principales culpables de esta nueva tragedia sanitaria.
Entretanto, la injerencia continúa avanzando; debido a la situación caótica que perdura, muchos se han planteado retrasar las elecciones presidenciales y legislativas del 28 N, sin embargo, el embajador de Estados Unidos en Haití, Kenneth Merten se atrevió a pronunciarse para que el proceso comicial se lleve a cabo en la fecha pautada. Este es un claro acto de imperialismo, seguramente con objetivos muy oscuros.
En el momento actual los pueblos deben activarse y pensar en alternativas que vayan más allá de la ayuda humanitaria. Devolver el gesto que Pétion tuvo cuando entregó a Francisco de Miranda y a Bolívar, la “Espada Libertadora de Haití”, para contribuir con esa segunda independencia que libramos incansablemente los pueblos latinoamericanos.
Las palabras del discurso de Alí Primera con las que comenzamos a tocar la sensibilidad sobre el drama haitiano, incluidas en la canción cuyo nombre, a su vez, sirve de título a nuestro texto, son más que elocuentes para finalizar esta humana reflexión:
“¿Qué cuántos habitantes tiene?
los que le quedan después de tanta masacre
¿Qué si luchan?, además de
sobrevivir ¿Qué si luchan?
Claro que sí, pequeño amor, claro que sí
… pero han luchado solos,
…hasta que nuestra conciencia dispare
en la lucha por liberar a Haití”
los que le quedan después de tanta masacre
¿Qué si luchan?, además de
sobrevivir ¿Qué si luchan?
Claro que sí, pequeño amor, claro que sí
… pero han luchado solos,
…hasta que nuestra conciencia dispare
en la lucha por liberar a Haití”
Alí primera
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