lunes, 6 de septiembre de 2010

“CONCEPCIÓN SOCIAL DE LA MEDICINA,DESDE HIPÓCRATES HASTA EL SIGLO XXI”

La transición del ser humano por las diferentes civilizaciones ha estado marcada por cuestiones tan elementales como la supervivencia, hasta otras más ominosas como las guerras que se repiten una y otra vez independientemente de la era que se analice. Sin embargo en la antigua Grecia nace Hipócrates de Cos (460-370 a. C.) considerado como el padre de medicina occidental, quien a través del juramento hipocrático dota a la medicina de una ética y deontología consecuentes con su objeto social. Es sin lugar a dudas, este ilustre galeno griego con las enseñanzas impartidas en su escuela, quien logra convertir a la medicina en una profesión que trasciende hasta nuestros días.

La medicina como ciencia alcanzó en el siglo XX la mayoría de edad, en el orden práctico, se descubrieron medicamentos como los antibióticos o las drogas hipotensoras que comenzaron a salvar millares de vidas que apenas unos años antes hubieran muerto; en el ámbito clínico el desarrollo científico-técnico provee al método clínico de la necesaria contrapartida para el perfeccionamiento de la práctica médica y en el plano internacional se erradican enfermedades como la viruela o la poliomielitis, a través de vacunas que son aplicadas en todos los países.

A pesar del notable desarrollo alcanzado por la medicina en el Siglo XXI, existen problemáticas aún por resolver de manera universal y desde una perspectiva social, que nos invitan a la reflexión ¿Es necesario cobrar la atención médica? ¿Acaso el ser humano no ha producido suficientes bienes como para que los estados garanticen la salud de la población? ¿Hasta cuándo permitiremos que la medicina privada y las aseguradoras continúen haciendo negocios con la salud?

La práctica de la medicina privada se aparta del juramento hipocrático “….mi vida la pasaré y ejerceré mi profesión con inocencia y pureza”. Y este médico o depredador, atrapado en las marañas del capitalismo, que le atendió a medias en horas de la mañana en un hospital público, le deja una tarjeta para que acuda a su clínica y así se convierta Ud. en una dócil víctima, no sin antes ser económicamente canibaleado, nada más enajenante desde el punto de vista humano y que todos aceptamos con la mayor naturalidad. No dudemos que de Hipócrates contemplar esta escena pronunciaría entonces su más popular aforismo, parte del cual citamos en estas líneas: “Ars longa vita brevis…..” (El arte [la ciencia] es duradera pero la vida es breve). La medicina estará presente en el mundo mientras exista el ser humano, pero la vida de quienes la ejercen es demasiado corta, para la sagrada responsabilidad que implica. En tal sentido, el médico con una verdadera vocación hipocrática, es un heredero de la obra de Dios en la tierra, al cumplir con el deber de salvar y al mismo tiempo dar continuidad a la vida en el mundo terreno, por encima de todas las miserias.

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