LA NEGACIÓN DE LA HISTORIA

Hasta hace muy poco, nos decían en la escuela y se repetía incansablemente en los libros, que el 12 de octubre de 1492 Cristóbal Colón y sus tres ilustres barcos habían venido a hacernos el favor de colocarnos en el mapa. Lo que nunca nos dijeron fue que ese día comenzó el más grande genocidio que conociera la historia de la humanidad.

Aquí llegaron los europeos, después de que el Marinero Rodrigo de Triana avistara tierra firme. Nuestros indígenas tenían un modo de vida organizado, de respeto total a la madre tierra, de igualdad y solidaridad, un antecedente claro de lo que es el socialismo que hoy intentamos reconstruir. Pero los conquistadores, impusieron su forma de vida con una violencia desgarradora y con ímpetu sangriento, asesinaron a los indígenas, violaron a sus mujeres, incluyendo niñas y saquearon este lado del mundo rindiendo riquezas a un reino que no tenía la más mínima noción de lo que eran estos pueblos.

518 años después: nuestros indígenas continúan resistiendo

La lucha la comenzaron Guaicaipuro, Tiuna, Urquía Marú, Macuto, Urimare, Chacao y tantos otros, así como otras que dieron su vida y su sangre en defensa de su cultura. No solamente los indígenas, también los africanos negros, comprados, vendidos, traficados y tratados como objetos, fueron víctimas de de este genocidio. Nuestros Libertadores iniciaron el camino, pero no fue suficiente.

Han pasado más de 500 años de destierro, pero ellos continúan allí, resistiendo. Un Gobierno Revolucionario finalmente fue capaz de romper con ese día de festividad como lo declaró Juan Vicente Gómez, un dictador ignorante: “Día de la Raza”; “Día del Descubrimiento de América” para algunos y “Día Nacional de la otrora potencia imperial España”. Para reconocer las luchas ancestrales de los más genuinos venezolanos, el 9 de agosto del 2003 fue decretado por el presidente Hugo Chávez y con aprobación de la Asamblea Nacional el “Día de la resistencia indígena.”

Durante los últimos años, se ha reconocido a nuestro país como una sociedad multiétnica y pluricultural, se aceptan los idiomas indígenas como oficiales, existen misiones educativas, de alfabetización, además de tecnologías adecuadas a las costumbres e idiomas de cada grupo aborigen, la cedulación indígena, se ha marcado pauta con la creación de la Misión Guaicaipuro para brindar atención integral a nuestros hermanos. En paralelo con estas políticas integracionistas a favor de nuestros conciudadanos indígenas, se ha creado la UIV (Universidad Indígena de Venezuela), en Tauca, estado Bolívar. En la actualidad este centro de estudios cuenta con 70 estudiantes de 7 etnias: Pemón, Warao, E´ñepá, Pumé, Piaroa, Ye´ kwana y Sanema.

Todo esto está incluido en un tardío pero justo reconocimiento, que se traduce en una reivindicación histórica. Sin embargo, aún falta un largo camino para pagar la deuda ancestral que tenemos los venezolanos de todas las generaciones con los pueblos originarios del país. Existe (y este es otro logro) un Ministerio del Poder Popular para los Pueblos Indígenas encargado de diseñar políticas de inclusión cada vez más efectivas. Es evidente lo que hemos adelantado, pero siempre es necesario ir más allá. Nuestra revolución nos llama a avanzar más rápido, pues todavía hay muchas necesidades por satisfacer, desde servicios públicos hasta educación.

Bolivia ha sido pionera en la creación de una Ley contra el Racismo, que prohíbe dirigirse de manera discriminatoria contra los pueblos indígenas.

Es necesario que nuestro país avance en este sentido, que tengamos más presencia de líderes idígenas, que participen más activamente en la vida nacional, porque su sabiduría secular es necesaria para comprender una historia negada durante siglos, que es tanto o más nuestra inclusive que la que nos impusieron a fuego y sangre durante la conquista y la pseudo-colonización. Esta actitud ante el problema del indigenismo es parte fundamental del socialismo indoamericano y Venezuela en tiempos de la Revolución Bolivariana sigue a la vanguardia de esta nueva realidad.