viernes, 19 de noviembre de 2010

DANILO ANDERSON: EL CRIMEN IMPUNE

Seis años han pasado del crimen más horrendo que se haya conocido en la historia política venezolana, el de Danilo Anderson, Fiscal Cuarto del Ministerio Público en materia ambiental con competencia nacional.

Anderson fue mano derecha del entonces Fiscal General de la República, Isaías Rodríguez, en la investigación seguida a más de 400 personas presuntamente implicadas en el golpe de Estado del 11 de Abril de 2002 y las muertes que por estos sucesos se produjeron en Caracas. También conoció los casos por el sabotaje petrolero de 2002 y 2003, por lo que llevaba sobre sus hombros la gran responsabilidad de investigar a personeros de la oposición y hasta del propio alto gobierno.

De orige humilde, nació el 29 de octubre de 1966 en Caracas y vivió en la populosa parroquia La Vega por 34 años. Se graduó de abogado en la Universidad Central de Venezuela en 1995, se especializó en Criminología y leyes ambientales; trabajó como Inspector General de Hacienda y en el 2000 ganó un concurso de credenciales que selló su ingreso al Ministerio Público. También estuvo presente en el restablecimiento de la señal del canal estatal Venezolana de Televisión, el día 13 de abril de 2002, luego de que fuera sacado del aire por las fuerzas golpistas.

Fue asesinado a la edad de 38 años, luego de haber salido de clases de postgrado, el 18 de noviembre de 2004 en la calle Vargas de Los Chaguaramos, cuando estalló un artefacto explosivo C4 colocado debajo del asiento del conductor de su camioneta Toyota Autana, color amarillo, presuntamente activado vía teléfono celular. En el sitio donde pereció trágicamente, hoy se erige un monolito en su memoria.

El tiempo pasa sin que se conozca la verdad de este atentado terriblemente consumado. La Fiscalía imputó a unas cuantas personas, otras cumplen prisión con largas condenas, otras cayeron abatidas en enfrentamientos con funcionarios policiales y algunas más están prófugas de la justicia, como parte de una extensa telaraña que no parece tener fin.

Danilo Anderson fue un hombre que, por sus investigaciones sobre los casos anteriormente mencionados, desató grandes polémicas y enfrentamientos: la oposición lo acusó, una semana antes de su muerte, de estar supuestamente vinculado a hechos de corrupción y a una red de extorsión a banqueros mientras que los simpatizantes del gobierno hicieron de él un mártir, al extremo de calificarlo como “el Fiscal valiente”.

La verdad de este crimen quizá nunca se sepa por los sigilosos movimientos de los tentáculos políticos y judiciales con que se pretende, no digamos ocultarla, sino más bien sepultarla. La sofisticada estrategia de asesinato del fiscal Anderson, es una muestra evidente de que los implicados en el hecho son gente poderosa, desde empresarios, políticos, militares, policías y hasta juristas. Es un caso con un entramado tan complejo, que de resolverse, serviría indudablemente para ganar el Cangrejo de Oro, premio ya institucionalizado en el CICPC y que todos los funcionarios policiales honestos sueñan con obtener cada año, como justo reconocimiento a su labor en el área de la investigación.

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