Alí Primera
Los pobres son siempre quienes pagan las injusticias sociales, que se ponen en evidencia aún más en situaciones como las que atraviesa parte del mundo en este momento, con temporales de lluvias que han sobrepasado los límites esperados.
Al menos en Venezuela, hacía 40 años no llovía tanto y de manera incesante como ocurre por estos días. Hasta el momento de la redacción de este artículo habían fallecido al menos 30 personas en el país( Diario El Caroní, 01-12-10) y según “El ministro de Interior y Justicia, Tareck El Aissami, reportó que para este miércoles el número de personas afectadas alcanzó los 71.849, englobando un total de 15.570 familias a nivel nacional.” (www.elinformador.com.ve 01-12-10)
Es importante antes de desarrollar el análisis, recordar que durante estos días hemos presenciado las lluvias más fuertes y constantes de los últimos 40 años. Y que en 12 horas se registró una mayor cantidad de precipitaciones que las del año 1999 que arrasaron con parte del Estado Vargas. Es importante tenerlo claro, pues a pesar de las lamentables pérdidas, es evidente que algo ha venido pasando en cuanto a acción de los poderes públicos y el poder popular.
La comparación también es un indicador de peso, hasta este momento, en Colombia se contabilizan más de un millón de damnificados y mas de mil fallecidos.
Obviamente, aun falta mucho por hacer y cada día mientras continúen las lluvias surgirán nuevas e inesperadas contingencias. Nos preguntamos cómo es posible que en tiempos de revolución sigamos viendo cosas como estas: casas derrumbadas por estar situadas en zonas de peligro, damnificados, gente tapiada y niños fallecidos. Pero no se puede desestimar una movilización sin precedentes en cuanto a remoción de escombros, creación de refugios temporales, y adjudicación de viviendas fijas en tiempo récord.
Sin embargo, es momento de llamar a que la revolución sea también de conciencia. No es posible que a estas alturas, muchas personas, a pesar del inminente riesgo de morir, decidan no salirse de sus viviendas por apego a lo material y que luego se acuse al gobierno de las consecuencias. Preservar la vida de cada ciudadano es una responsabilidad de todos, colectiva e individual. En tal sentido hay que destacar el deber no sólo del gobierno central, sino de los gobiernos estadales y municipales, porque hay problemas que competen directamente a las gobernaciones y alcaldías de cada entidad, que son de hecho conocidos perfectamente por sus respectivas autoridades, lo cual pone en sus manos las más apropiadas e inmediatas soluciones.
Por el momento solo nos queda esperar que esta temporada de lluvias no se extienda excesivamente. Paréntesis crítico apela a esa solidaridad característica del pueblo venezolano, para realizar donaciones en los diferentes centros de acopio, que contribuyan para cobijar a los más necesitados y así seguir reconstruyendo la patria sobre las dificultades.
Puede sonar a cliché, pero seguimos viviendo las consecuencias de la injusticia social y la desigual distribución de la riqueza que reino en el país durante décadas oscuras.
La revolución está llamada desde hace un buen tiempo a pisar el acelerador, sobre todo en materia de vivienda, para avanzar en la profundización de un modelo de sociedad más justo.
En el día de ayer miércoles el presidente recorrió la barriada de “La Pedrera” en Antimano, donde convenció de abandonar casas situadas en terrenos de alto riesgo a centenares de los pobladores que viven en las mismas y dirigirse al fuerte Tiuna con una propuesta formal de garantizarles un refugio digno con las condiciones esenciales de habitabilidad, además se comprometió a darles por intermedio del estado, viviendas al salir de las instalaciones militares.
¿Qué presidente de la república se atreve a entrar en un barrio y hablarle directamente a la gente pobre afectada por la inclemencia de un invierno?. Es muy fácil subir el cerro para buscar los votos cuando se es candidato presidencial, otra es ser el primer mandatario nacional en pleno ejercicio de funciones y hablar cara a cara con ancianos, hombres, mujeres y niños que se encuentran en un estado de tensión extrema, sin ser rechazado, todo lo contrario, el pueblo lo escuchó emocionada y esperanzadamente en lo que constituyó una demostración irrefutable de su capacidad de trabajo, carisma y liderazgo.
La comparación también es un indicador de peso, hasta este momento, en Colombia se contabilizan más de un millón de damnificados y mas de mil fallecidos.
Obviamente, aun falta mucho por hacer y cada día mientras continúen las lluvias surgirán nuevas e inesperadas contingencias. Nos preguntamos cómo es posible que en tiempos de revolución sigamos viendo cosas como estas: casas derrumbadas por estar situadas en zonas de peligro, damnificados, gente tapiada y niños fallecidos. Pero no se puede desestimar una movilización sin precedentes en cuanto a remoción de escombros, creación de refugios temporales, y adjudicación de viviendas fijas en tiempo récord.
Sin embargo, es momento de llamar a que la revolución sea también de conciencia. No es posible que a estas alturas, muchas personas, a pesar del inminente riesgo de morir, decidan no salirse de sus viviendas por apego a lo material y que luego se acuse al gobierno de las consecuencias. Preservar la vida de cada ciudadano es una responsabilidad de todos, colectiva e individual. En tal sentido hay que destacar el deber no sólo del gobierno central, sino de los gobiernos estadales y municipales, porque hay problemas que competen directamente a las gobernaciones y alcaldías de cada entidad, que son de hecho conocidos perfectamente por sus respectivas autoridades, lo cual pone en sus manos las más apropiadas e inmediatas soluciones.
Por el momento solo nos queda esperar que esta temporada de lluvias no se extienda excesivamente. Paréntesis crítico apela a esa solidaridad característica del pueblo venezolano, para realizar donaciones en los diferentes centros de acopio, que contribuyan para cobijar a los más necesitados y así seguir reconstruyendo la patria sobre las dificultades.
Puede sonar a cliché, pero seguimos viviendo las consecuencias de la injusticia social y la desigual distribución de la riqueza que reino en el país durante décadas oscuras.
La revolución está llamada desde hace un buen tiempo a pisar el acelerador, sobre todo en materia de vivienda, para avanzar en la profundización de un modelo de sociedad más justo.
En el día de ayer miércoles el presidente recorrió la barriada de “La Pedrera” en Antimano, donde convenció de abandonar casas situadas en terrenos de alto riesgo a centenares de los pobladores que viven en las mismas y dirigirse al fuerte Tiuna con una propuesta formal de garantizarles un refugio digno con las condiciones esenciales de habitabilidad, además se comprometió a darles por intermedio del estado, viviendas al salir de las instalaciones militares.
¿Qué presidente de la república se atreve a entrar en un barrio y hablarle directamente a la gente pobre afectada por la inclemencia de un invierno?. Es muy fácil subir el cerro para buscar los votos cuando se es candidato presidencial, otra es ser el primer mandatario nacional en pleno ejercicio de funciones y hablar cara a cara con ancianos, hombres, mujeres y niños que se encuentran en un estado de tensión extrema, sin ser rechazado, todo lo contrario, el pueblo lo escuchó emocionada y esperanzadamente en lo que constituyó una demostración irrefutable de su capacidad de trabajo, carisma y liderazgo.
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