Hosni Mubarak presidente de Egipto desde 1981, ha ejercido el poder por treinta años consecutivos, pero mientras más largo es el mandato de un gobernante más crece el descontento popular cuando éste no llena las expectativas del pueblo.
La frustración social es un detonante muy peligroso porque nadie sabe cuándo ni cómo va estallar. El pasado martes 25 de enero cuando una convocatoria vía Internet de un grupo de disidentes denominado el 6 de abril tuvo éxito con una asistencia que se calcula en 15 mil personas comenzó una ola de protestas que hasta ahora ha sido indetenible en Egipto.
Los recientes sucesos de Túnez que obligaron a la huida del presidente de esa nación Zinel Abidine Ben Ali, como consecuencia de una serie de disturbios masivos, sentaron un precedente, para que los egipcios creyeran en la posibilidad de acabar con un régimen que ha reprimido a su país durante tres décadas, con acciones de calle.
La pobreza que en gran medida se ha aumentado en el país, la inflación, los bajos salarios y el desempleo, así como la corrupción del gobierno de Mubarak que lo incluye a él, sus colaboradores cercanos y su familia, son los factores típicos de un estallido social en un país subdesarrollado.
Mientras Mubarak se aferra al poder con una brutal represión que ha traído como consecuencia miles de heridos y más de un centenar de muertos, según las cifras que se manejan para el momento que se escriben estas líneas, Estados Unidos observa muy atentamente lo que sucede en Egipto.
El presidente estadounidense Barack Obama hizo un llamado a que se respetaran los derechos humanos del pueblo egipcio que se volcó a las calles, por su parte la Secretaria del Departamento de Estado de Gringoland, Hillary Clinton también ha solicitado una solución pacífica a la crisis planteada en la república árabe, pero estas acciones no pasan de ser un gestos de hipocresía ante el mundo.
Es evidente que a USA no le importa cuanta sangre egipcia se pueda derramar, sólo se preocupa por mantener su hegemónica influencia en el país, después de una eventual salida del poder de su principal aliado árabe en el Medio Oriente.
Por otra parte le temen al fantasma del radicalismo musulmán que ya llevó al fin de regímenes dictatoriales y burgueses como el de Reza Pahlevi, antiguo Sha de Irán en 1979. La posible instauración de una República Islámica como la del actual Irán aterroriza a los gringos y muy especialmente a los judíos que es casi la misma gente en un contexto burgués-capitalista.
Para nadie es un secreto el gran peso que tienen los hijos de la llamada Tribu de David en el país norteamericano, donde ocupan puestos claves en los distintos niveles de poder, especialmente en la economía, porque quien domina el dinero tiene la posibilidad de marcar presencia en todos los ámbitos de la sociedad. Los judíos siempre han controlado grandes riquezas a lo largo de la historia, una situación privilegiada que les ha permitido tener una elite dominante en las artes, los ejércitos, la ciencia, el comercio y la política.
A Estados Unidos le conviene que su socio político en el medio oriente Hosni Mubrarak se mantenga en el poder, independientemente de cuántos millares de vidas puedan perderse, ese nunca ha sido su problema, en tal sentido son tan fríos y calculadores como sus padres británicos.
Así mismo, mientras la situación de inestabilidad en Egipto persista, EE:UU tratará de mover todos los largos tentáculos de su influencia global, para que se mantenga el “statu quo”(en este caso el orden establecido independientemente del desequilibrio de las actores políticos involucrados). Si esta iniciativa fracasa, buscarán imponer un gobierno que sea de su total agrado, para seguir socavando la unidad árabe y favorecer la defensa a ultranza de los intereses de Israel.
En eso precisamente es en lo que anda los gringos, que saben que el principal partido de oposición al gobierno egipcio es el de los Hermanos Musulmanes, que se han sumado activamente a las manifestaciones. El gobierno de Mubarak ha detenido a por lo menos veinte de sus dirigentes principales y a un gran número de sus miembros en todo Egipto.
La mejor diplomacia de EEUU es la “diplomacia de los cañones”, los gringos nunca van a ser mediadores eficaces y justos en el Medio Oriente, su única función es mantener sus áreas de influencia en los países de la zona. Israel pide descaradamente apoyo para Mubarak, entretanto sus socios insisten en mantener sus pesada e insoportable careta de salvadores de la humanidad, aún sabiendo que sus intenciones no son sólo predecibles, sino que forman parte de un guión ya clásicamente preestablecido: “una vez más la historia se repite”.
La pobreza que en gran medida se ha aumentado en el país, la inflación, los bajos salarios y el desempleo, así como la corrupción del gobierno de Mubarak que lo incluye a él, sus colaboradores cercanos y su familia, son los factores típicos de un estallido social en un país subdesarrollado.
Mientras Mubarak se aferra al poder con una brutal represión que ha traído como consecuencia miles de heridos y más de un centenar de muertos, según las cifras que se manejan para el momento que se escriben estas líneas, Estados Unidos observa muy atentamente lo que sucede en Egipto.
El presidente estadounidense Barack Obama hizo un llamado a que se respetaran los derechos humanos del pueblo egipcio que se volcó a las calles, por su parte la Secretaria del Departamento de Estado de Gringoland, Hillary Clinton también ha solicitado una solución pacífica a la crisis planteada en la república árabe, pero estas acciones no pasan de ser un gestos de hipocresía ante el mundo.
Es evidente que a USA no le importa cuanta sangre egipcia se pueda derramar, sólo se preocupa por mantener su hegemónica influencia en el país, después de una eventual salida del poder de su principal aliado árabe en el Medio Oriente.
Por otra parte le temen al fantasma del radicalismo musulmán que ya llevó al fin de regímenes dictatoriales y burgueses como el de Reza Pahlevi, antiguo Sha de Irán en 1979. La posible instauración de una República Islámica como la del actual Irán aterroriza a los gringos y muy especialmente a los judíos que es casi la misma gente en un contexto burgués-capitalista.
Para nadie es un secreto el gran peso que tienen los hijos de la llamada Tribu de David en el país norteamericano, donde ocupan puestos claves en los distintos niveles de poder, especialmente en la economía, porque quien domina el dinero tiene la posibilidad de marcar presencia en todos los ámbitos de la sociedad. Los judíos siempre han controlado grandes riquezas a lo largo de la historia, una situación privilegiada que les ha permitido tener una elite dominante en las artes, los ejércitos, la ciencia, el comercio y la política.
A Estados Unidos le conviene que su socio político en el medio oriente Hosni Mubrarak se mantenga en el poder, independientemente de cuántos millares de vidas puedan perderse, ese nunca ha sido su problema, en tal sentido son tan fríos y calculadores como sus padres británicos.
Así mismo, mientras la situación de inestabilidad en Egipto persista, EE:UU tratará de mover todos los largos tentáculos de su influencia global, para que se mantenga el “statu quo”(en este caso el orden establecido independientemente del desequilibrio de las actores políticos involucrados). Si esta iniciativa fracasa, buscarán imponer un gobierno que sea de su total agrado, para seguir socavando la unidad árabe y favorecer la defensa a ultranza de los intereses de Israel.
En eso precisamente es en lo que anda los gringos, que saben que el principal partido de oposición al gobierno egipcio es el de los Hermanos Musulmanes, que se han sumado activamente a las manifestaciones. El gobierno de Mubarak ha detenido a por lo menos veinte de sus dirigentes principales y a un gran número de sus miembros en todo Egipto.
La mejor diplomacia de EEUU es la “diplomacia de los cañones”, los gringos nunca van a ser mediadores eficaces y justos en el Medio Oriente, su única función es mantener sus áreas de influencia en los países de la zona. Israel pide descaradamente apoyo para Mubarak, entretanto sus socios insisten en mantener sus pesada e insoportable careta de salvadores de la humanidad, aún sabiendo que sus intenciones no son sólo predecibles, sino que forman parte de un guión ya clásicamente preestablecido: “una vez más la historia se repite”.
0 comentarios:
Publicar un comentario